JUNTOS SOMOS MUCHO MÁS
Cuando Fran miró la facturación del año que estaba a punto de terminar, no podía estar más contento. Había superado todas sus expectativas. Cada mes se apuntaban centenares de personas a su curso online. Era una formación no reglada pero realmente práctica y muy diferente al resto. Su capacidad de observación, esa disciplina y constancia espartana, junto a su experticia y la pasión que Fran transmitía cuando hablaba de su curso habían sido los responsables de ese éxito sin precedentes. El negocio estaba consolidado y los alumnos no podían estar más contentos. Era el momento de disfrutar de lo logrado. Unos nueve meses más tarde, vio que ese año le costaba igualar el resultado del año anterior. Empezó a pensar en que podría estar fallando, pero tampoco le dió mucha importancia. Era cierto que los anuncios que hacía en diferentes plataformas ya no le funcionaban tan bien y que la competencia había copiado muchas de sus ventajas. Aquel año acabó con un 10 % menos de facturación, pero como estaba todavía en beneficios, no quiso atender algo que ya le habían advertido los números: su programa de formación ya no tenía la misma conversión que tenía antes y la gente que aterrizaba en su web pasaba menos tiempo leyéndola. Sus viejos competidores que hasta hacía nada estaban a años luz suyo, se habían puesto las pilas. Pero además y de repente, como si de setas se tratara, habían aparecido tres nuevas y poderosas academias online. Y lo que era peor, con una formación igual de práctica y atractiva que la suya. No podía dar crédito a lo que estaba sucediendo. Se dio cuenta que ya no contaba con ninguna ventaja diferencial con respecto a su competencia. Se había convertido en uno más. Ahora sí había entrado en pánico. Algo debería de hacer, pensó. Pero no sabía qué porque no se le ocurría nada más para mejorar el contenido de su ya excelente formación. Empezó a hacer promociones y rebajas hasta que finalmente decidió bajar directamente sus precios. Tenía que conseguir al menos igualarlo al de su competencia. Pero esta acción no dió resultado. Su competencia bajó todavía más los precios y mejoró aún más su curso. Tenía que hacer algo. Pero qué? Cuando parecía que nada más podía hacer bajó al bar a relajarse. Mientras tomaba un pincho le alegró una noticia en la prensa. Su buen amigo Raúl había abierto otra nueva Universidad. Otra más, pensó. Pero leyó que esta era diferente. Leyó que era una universidad innovadora y muy práctica. Igual que su formación online. Rápidamente se le encendió la bombilla. Tuvo una idea. Pensó que si conseguía asociar su empresa de formación con esa Universidad seguro que podría aumentar sus matrículas. Estaría aportando un valor añadido a su producto y se distinguiría totalmente de su competencia. Significaba asociar su marca con una Universidad. Y además con unos valores que encajaban con los suyos: formación práctica e innovadora. En tan solo tres meses Fran lo había vuelto a hacer. Sus alumnos recibían un Título Universitario por la Universidad Sapientia. Fue todo un éxito. No era un título universitario cualquiera, era un título universitario práctico que garantizaba unos conocimientos aplicados. Por ese motivo, muchas empresas comenzaron a pedir en sus ofertas de empleo esa titulación y no otras más teóricas. Sabían que esos alumnos titulados estaban realmente formados. Ya no se trataba solo de un título y tampoco ya se trataba solo de una formación. Juntos, Universidad y empresa, eran mucho más. Una gran amistad.
Fran no podía estar más contento… su buen amigo Raúl también.